Thursday, August 25, 2011

la moneda de jericó

Agunos días por error, me bajo en Metro Estación La Moneda y para llegar a mi hogar cruzo por Teatinos toda la blanca moneda y a veces (casi siempre en realidad) miro su balcón y veo allende disparando con casco y metralla, siento el pasar de los aviones, veo el fuego y ahora ella tan pulcra, tan blanca, tan simple.
Interrumpe mi metidar histórico un joven corriendo con bandera negra, cansado. Había corrido tantas veces, quizás en maratones, en competencias, en el colegio, trotando a veces por diversión, otras por simple ejercitación, pero esta vez corria con convicción, corría llevando una bandera y a medida que pasaban los días, veía a otros con las misma convicción, cansancio y alegría, correr con banderas, negras y chilenas alrededor de esta moneda incendiada de mis visiones, corrían como rodeando los muros de Jericó, que por fe los judíos dieron la vuelta 7 veces y los muros cayeron. Ellos corrieron 1.800 horas por la educación, algo nunca visto antes en la historia de Chile.

Me sentí un privilegiado de mi gente, de mi tierra, de mi moneda.

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a dios

No es fácil aplicar los ritmos nuevos de los sentidos, volver a descubrir lo perdido. Eso pensaba yo, hasta que evoqué las palabras perdidas, miré el cielo resplandeciente, canté las alabanzas añoradas y ahí estaba, tal cuál ayer; imperceptible, paciente, presente.
Sin pedirme nada más que mi corazón de niño sincero, sin más palabras que el incierto destino y te sentí más simple, mas cercano, más sincero, te saqué siglos de prejuicios de encima, te libere de mis propias cadenas y en ese pequeño instante fuiste más tu y yo más yo. Te pido todas la victorias.

Un guerrero no adora, eso esta para las mujeres, ellas con sus lágrimas lavan los pies al Mesías, a nosotros se nos digno el honor de alabarle, de entregar nuestras batallas a su nombre, de encomendar familia y mujer a su destino

... miro el horizonte más amplio, más grande, incansablemente más grande.


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