Saturday, July 23, 2016

El cuento del metro

Sólo fierro pulido y cemento crudo evocaban la certeza del paso del tren metropolitano, el ruido chirriante de los frenos, deje bajar antes de subir. Cuán gusano socavando tierra se retorcía recogiendo, llegando, cargando piños de gentes molestas, sudadas y apretujadas. No había escogido viajar en metro, como tampoco había escogido evocar esa mañana el recuerdo de ella. Los pobres no escogen.
Se apresuro, se bajo los pantalones en plena estación metro Baquedano y se puso orinar a vista y paciencia de todos. Mujeres compungidas cerraban sus ojos con mueca de asco. Los niños no apartaban su mirada del chorro de orina amarilla y fétida, a pesar del intento de sus padres por bloquear sus ojos ávidos y curiosos. Los guardias no demoraron en aparecer.
Pene viejo, rugoso, volando por los aires, golpeando su cabeza con los muslos de las piernas, cayendo lentamente, salpicando orina a diestra y siniestra, mientras el peso de los guardias se dejaba caer con violencia sobre la humanidad de compungido ser humano que no aguantaba mas las ganas de vivir.

Jose Luis Soto