Thursday, April 23, 2009

red hat

El sombrero rojo de David Marchant, voló lejos. "Maldito viento de Valparaíso", mal dijo.
Primera vez que lo maldecía. Es que el puerto ya no era lo mismo para él. Ahora sentía todos los olores, le picaban todas las pulgas, pisaba la caca de todos los perros y se curaba todas las veces.
Este desconocimiento que el puerto le hizo, lo tenía asombrado. No era el quien recorría sus cerros a pata pela?, No era la misma avenida playa ancha?.
Es que las cosas no cambian-se decía-uno es el que cambia. Ya eran muchas mismas conclusiones, ya eran muchos espacios similares que le indicaban lo mismo. Volver a empezar, volver a intentarlo una vez más.
Una separación de 10 años a cuestas, un miserable empleo de reponedor de supermercado de fin de semana y el amor de su hijo a felices cuotas mensuales. Ya no se conformaba con lo mismo, ahora tenía sueños de grandeza que no tenía la puta idea si algún día iba a lograr.
Tan fácil soñar, tomar y fumar. Tan fácil el desvarío tonto y necesario.
Pero siempre se alegraba de lo mismo, había aprendido (eso creía) a manejar en cierta forma a las mujeres y ya tenía dos yegüitas con pulgas con la que comenzaba las uniformes fiestas sementales.
"Pinta pa wueno", decían las yeguas, que estaban mas locas que él.

Así se fue acarreando la pesada carga, el caballo loco que usaba el sombrero rojo y Vicente siempre se preguntaba, que era lo que pensaba tanto el caballo.


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