Wednesday, April 11, 2007

sueños de madera

A la vecina se le había hundido la casa unos cuantos metros luego del terremoto del 85, y mi madre manejando la camioneta de mi papá, retrocediendo para dar la vuelta a la calle cayó y chocó la casa.
Todos la conocíamos como la Checha y trabajaba como asesora del hogar, su marido era carpintero y le gustaba estar metido en cosas de la junta de vecinos. Una frase de el luego de una discusión con la vieja con bigotes dueña del típico negocio de barrio, le dijo: "Seré mormón pero no soy huevón".
Frase para el bronce que quedó grabada a fuego en nuestras conciencias infantiles, y que sirvió de escena para las graciosas imitaciones del Javier, el poeta del barrio que envío sus poemas a un afamado escritor Santiaguino quien le respondió diciendo se dedicara a otra cosa.

Fue en la casa de la Checha que ví la versión Disney de Pinocho. Aparte de asombrarme mucho la tierra de los burros donde iban los niños que no asistían al colegio, me impresionó más el amor y devoción que Gepetto tenía por Pinocho.
Como no podía tener un hijo se hizo uno de madera, que luego tomó vida. Lo más deseado por él hecho realidad, pero así como llegó se fue, es que ese pinocho era un imbécil, de lío en lío, de drama en drama.
Pero a Gepetto no le importaba nada de eso, no era justificación para no amarlo. El amor no encuentra una justificación en el ser amado para que sea amado, el ser amado no debe hacer nada para recibir ese amor, tan sólo se le ama, tan sólo ama.
No importa si es corespondido o no, si es escuchado o no, es una enfermedad. Gepetto enferma de amor por Pinocho.

La escena que más me marcó fue cuando en su desesperación le fue a buscar al mar, y le llamaba en medio de la tormenta: Pinocho!, Pinocho!. En medio de la obscuridad, la soledad, su amor no correspondido, lleno de temores y angustias, totalmente desesperado.
Ahí me dío rabia, ira, furia. En ese mismo instante recuerdo mi cara, la TV a color, la pieza con ropa colgada en clavos en la muralla empapelada de diarios.
Aún recuerdo la furia que me provocó esa desesperación, me dió asco su debilidad, me dio rabia su amor incondicional, nada le importaba más que el ser amado.

La mala noticia es que todos tenemos un Gepetto interno, un ser que es capaz de amar con la misma locura y enfermedad.
Un ser que es capaz de entregar todo cuanto tiene sin importar su condición emocional, no importando su dignidad, con tal de ganar al ser amado.


pinochoNet.