Wednesday, February 21, 2007

El Golpe

Pequeños reductos de asombro llenos de espera y de ganas, así pasó Edmundo Perez sus últimos años. Encumbrado en una asertiva y profunda quebrada en un cerro de Valparaíso lleno de perros con adestín, gatos famélicos, gallinas huesudas y desplumadas.

Felipe llegó tarde a la hora de la cita, la misma cita de cada 5 de Octubre donde recordaban medio borrachos, medio en serio y en medio de lágrimas la caída triunfal en pleno combate valiente y sin igual, al comandante Julian Pillajo Destajo, valiente guerrero del pueblo, tan olvidado y odiado que sólos en tristeza y rencor daban homenaje póstumo. Todo era observado en medio de los murmullos de la juanita que nunca entendió tanto alboroto, para quien la vida era sólo lavar platos y ver comedias, que pese a su miradas de furia no era capaz de romper el ambiente de ceremonial entrega y devoción.

El programa era seguido con disciplina de militante arquetipo de la revolución bolchevique, el primero en hablar era Edmundo quien con unos tragos en el cuerpo, daba rienda suelta al siempre repetido encuentro casual con el guerrero donde le dio un consejo, que asegura le hubiera salvado la vida. De cómo lo miró y reconocío en él al flameante soldado del pueblo que terminaría siendo, sino es porque el golpe les quitó de golpe las ganas a todos.