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El echo de ser un país comunista y pobre, acerca el relato mucho a lo que puede ser una latinoamérica en dictadura militar, siendo tanto la comunista como la derecha una dictadura en igual forma. Los personajes, Otilia y Gabita, tienen una fuerza interpretativa notable y es genial ver como el director logra dar tanta fuerza al relato de esas dos jóvenes, enfrentadas al dilema del aborto, prohibido en ese país y como ellas arriesgan su vida, salud, integridad moral, espiritual, por hacer algo que no saben bien, por que quieren hacer.
Me llamó la atención que cada vez que se filmaba a Otilia caminando en la calle, la cámara caminaba detrás de ella, enfocándose a sus espaldas y mostrando sólo la nuca de ella y luego se quedaba fija enfocando como se perdía en medio de la ciudad.
La película no tiene ninguna intención de defender o no el aborto, sólo muestra una realidad cruda, brutal y tan real. Es increíble saber a lo que se exponen muchas mujeres al hacerse abortos ilegales, el riesgo de sus propias vidas, caer en la ilegalidad, exponerse a personas completamente inmorales. Los defensores del aborto siempre enfocan su lucha en la vida del niño por nacer, pero nadie piensa en el derecho a la vida, de la madre que traerá la criatura al mundo.
¿Quién tiene más derecho, el niño por nacer o la madre?
¿Qué vida el estado debe cuidar, velar y proteger?
Preguntas que la película no intenta contestar, sólo informar la brutalidad del aborto y ponernos en el lugar de unas jóvenes rumanas.
La película la puedes ver en Showcase de Parque Arauco
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